Poniendo luz al problema de las cacas
Tomar medidas para que los dueños de los perros depositen los excrementos en los contenedores adecuados es una tarea esencial. A las campañas de concienciación, o a innovadoras ideas como el censo genético del ADN canino, que ya se está implantado en España, se suman otras iniciativas interesantes, como los sistemas para convertir las heces en energía y generar así luz.
Por ELENA DELGADO CASTRO
En España los perros generan unas 600.000 toneladas de residuos fecales cada año, 120 kilos de media por animal. No es una novedad que administraciones, empresas y particulares hayan puesto en marcha iniciativas para paliar el abandono de las cacas en calles y parques urbanos, así como para dar utilidad a esta cantidad de excrementos que van a parar a la basura. Para los que aún no se han concienciado de que los restos de sus perros no se pueden dejar en el suelo, sin más, algunos ayuntamientos de España están implantado el Sistema del ADN Canino con el que, a través de un censo genético de los perros que viven en el municipio en cuestión, sus autoridades locales pueden poner nombre, apellidos y dirección a las heces abandonadas y, por tanto, multar a estos incívicos dueños. Unas 20 ciudades en España están utilizando este eficaz sistema, que logra reducir la presencia de excrementos en la vía pública.
Pero más allá de esta solución, ¿qué pasa con las cacas que sí se recogen? Podría parecer que la cuestión acaba ahí, que se depositan en la papelera de la calle, y ya está. Sin embargo el recorrido de estos desechos puede llegar más lejos para evitar que sus fluidos contaminen, darles utilidad e incentivar a los dueños a recoger siempre los excrementos de sus mascotas.
LAS CACAS DE LOS PERROS GENERAN GAS PARA ILUMINAR LAS CALLES
En el Reino Unido se está probando un invento desarrollado por Brian Harper para convertir las cacas en energía para el alumbrado público. Según CORDIS, organismo que informa sobre las investigaciones de la Unión Europea, en Malvern Hills, Harper ha inventado unas farolas, que se han colocado en una buena parte de esta área. Los dueños de los perros depositan los excrementos en bolsas de papel y éstas, en una caja verde situada al pie de la farola. Sólo tienen que activar una manivela para impulsar la bolsa al fondo, de modo que los microorganismos depositados en el contenedor hacen una “digestión anaeróbica” del desecho, que se transforma en metano, fuente de energía que produce luz. Para generar dos horas de luz es necesario introducir diez bolsas de excrementos y, de hecho, Malvern Hills ya se ilumina con el metano de los excrementos.
Mientras, en Canadá se dan pasos en la misma línea. En Waterloo (Ontario) algunos parques tienen depósitos especiales de heces caninas. Una vez llenas, los residuos se llevan a una planta, donde se almacenan dos semanas bajo tierra y, posteriormente, son trasladadas a una central en la que, mezcladas con otros residuos orgánicos, se someten al mismo proceso de digestión anaeróbica que en las farolas de Malvern Hills, de modo que se genera biogás que se puede acumular y utilizar para producir luz.