INGENIO ANTI CACA

Agudizar el ingenio. Eso han tenido que hacer los equipos responsables de la limpieza viaria de las ciudades ante el eterno problema de las molestas y problemáticas heces de perro en la calle. Y no sólo por la suciedad y el mal olor que supone encontrar cacas en aceras, alcorques, plazas y parques, sino también porque su presencia puede llegar a ocasionar problemas de salud, especialmente en los niños.

Foto: Ayuntamiento de Torrelodones

Foto: Ayuntamiento de Torrelodones

Por ELENA DELGADO CASTRO

Los desechos caninos contienen parásitos, virus y bacterias que pueden provocar enfermedades infecciosas, oftalmológicas y gastrointestinales, algunas, como la toxoplasmosis, verdaderamente peligrosas.

Por ello los Ayuntamientos llevan décadas innovando en la concienciación y en los sistemas de limpieza (los hay que hasta tienen un equipo de limpieza que solo se dedica a recoger excrementos, como ocurre en San Sebastián). En un intento de llamar la atención de los más descuidados, los consistorios han recurrido a campañas tan llamativas como la que Torrelodones puso en marcha hace casi cuatro años. Consistió en instalar frente a un centro educativo del municipio madrileño una enorme caca hinchable de tres metros para concienciar a los dueños de los perros sobre la necesidad de recoger las heces de sus mascotas. Otras campañas han humanizado a los canes para alertar sobre el problema, o han invadido las calles de carteles con sorprendentes eslóganes y juegos de palabras: “Evita el marrón” o “Hay muchos tipos de perros, pero sólo dos tipos de dueños”. 

Los ayuntamientos han creado su particular “Patrulla canina” anticaca. Mucho menos divertida  que la de la serie de dibujos animados fue la unidad de vigilancia vecinal voluntaria que Galapagar creó bajo el nombre de “avistadores de heces”, cuyo trabajo consistía en advertir a los responsables municipales cuáles eran las zonas de concentración de heces. Tiempo después el sistema se profesionalizó y eran inspectores uniformados quienes advertían a los vecinos sobre las posibles sanciones por el abandono de las heces de sus perros en la vía pública.  

En otros municipios han recurrido al factor sorpresa. En Granada, hace 14 años se creó la figura del perro espía, cuya misión era acompañar a un inspector municipal para pillar in fraganti a desaprensivos dueños que no recogían las heces, para después imponerles la consiguiente multa. 

DE LAS PATRULLAS VECINALES AL ADN CANINO

En el municipio de Brunete se pusieron de lo más serio y emprendieron una campaña en la que un grupo de vecinos voluntarios recogió durante días un centenar de excrementos de la vía pública, para enviarlos posteriormente a los domicilios de los incívicos dueños que habían sido pillados abandonando en la calle “sus pertenencias”. 

En los últimos años una nueva medida está revolucionando la lucha contra las heces en la vía pública: el sistema de ADN Canino, que pasa por la creación de un censo municipal de perros con su huella genética. La obligatoriedad de que los canes estén registrados por su ADN permite a los ayuntamientos no sólo actualizar sus censos de población canina, sino también seguir el rastro de las heces hasta la puerta de sus mismísimos dueños, facilita la imposición de la sanción y, por tanto, disuade y conciencia. Ya son más de una veintena de ayuntamientos españoles los que han implantado esta solución, y el número sigue creciendo. El sistema pretende acabar con la impunidad de quienes no recogen sus excrementos, ya que la multa les llega directamente a casa.

Ojalá pronto llegue el día del abandono cero de cacas en la calle. De hecho, el simple gesto de recogerlas voluntariamente acabaría con el problema en un minuto, sin necesidad de dedicar el dinero de todos a ninguna campaña ni medida.