TRO, EL PERRO POLICÍA DE CORNELLÀ
El empeño personal tiene un poder infinito y Santi Ferrer lo sabe muy bien. Hace tres años este agente de policía local creó la Unidad Canina de la Guardia Urbana de Cornellà, y lo hizo contra viento y marea pero con la mejor herramienta que tenía: su perro Tro. El aval de su jefe en la Unidad de Seguridad Ciudadana abrió las puertas para este agente canino.
Por ELENA DELGADO CASTRO
Santi Ferrer forma parte de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Guardia Urbana de Cornellà, en la que trabajan cinco agentes y un cabo. Hasta aquí, poca cosa. Lo extraordinario de esta historia es el compañero excepcional con el que cuenta esta unidad, un atleta de cuatro patas, amigo inseparable de su dueño y adiestrador, Santi, que ha peleado duro durante varios años para que sus superiores permitieran a un perro entrar a formar parte de la patrulla. Hoy es “uno más” de la unidad, y ha transformado la forma de trabajar de estos policías locales.
La pasión de Santi Ferrer por los perros viene de lejos pero la experiencia de tenerlos cerca en el trabajo la experimentó en Martorell, con un sargento que ya trabajaba con el suyo. Así descubrió que el desempeño de la Policía con un perro “es lo más”. Tras aprobar y conseguir una plaza en la Guardia Urbana de Cornellà, comenzó el desafío de Ferrer por trabajar en la calle con su propio can. “Las cosas no eran fáciles, mi jefe por entonces no veía que encajara en el turno de noche, a pesar de que le gustaba la idea”.
Y LLEGÓ LA HORA
El tiempo le fue abriendo puertas. El inspector jefe de la Guardia Urbana apoyó incondicionalmente a Santi cuando éste fue destinado a la Unidad de Seguridad Ciudadana. “Nuestro trabajo permitía un contacto directo con la gente, en la calle, vigilando y persiguiendo el menudeo, y ahí lo vi más claro que nunca, tenía que llevarme a mi perro”. La propuesta estaba de nuevo sobre la mesa. Su formación, conocimiento y contacto directo con guías caninos convencieron a su superior para hacer la prueba durante unos meses, y funcionó.
A Tro, su compañero inseparable, lo conoció con solo tres meses de edad en un centro de entrenamiento y el flechazo con este pastor belga malinois fue absoluto. Comenzó a entrenarlo a diario y mientras Santi aprendía, también lo hacía Tro, que posee algunas de las mejores cualidades para este desempeño: una gran capacidad física y, por supuesto, una enorme capacidad para el juego. Es incansable y aprende rápido, pero con una voluntad férrea de su entrenador, que ha de enseñarle cada día a enfrentarse a distintos desafíos.
El primero fue introducirle en el trabajo con los compañeros. Esa, en su opinión, constituyó la parte más difícil, puesto que “un perro te agiliza el trabajo pero te cambia mucho la manera de trabajar”. Ahora, cuando Santi libra, todos echan de menos a Tro y su agudeza olfativa. “Sabe quién lleva droga y dónde la lleva, ya no necesitamos cachear uno por uno a cada persona de un grupo callejero”.
ENTRENADO PARA DETECTAR EN MOVIMIENTO
Tro también está entrenado para detectar en movimiento, algo que Santi aprendió de la Policía de Nueva York. “Es una característica muy curiosa que no todos los animales tienen -explica el agente Frutos- y le permite caminar o correr detrás de alguien y sentarse delante de él”. Aunque Santi reconoce que, en muchas ocasiones, ni siquiera necesita de esos gestos de Tro para saber que algo pasa: “Me mira y ya sé lo que está pensando”, dice su instructor, quien asegura que la implicación del guía canino con el animal es imprescindible y debe ser absoluta. “El trabajo con tu perro no acaba a las ocho horas cuando finaliza la jornada”.
Otro desafío para el guía canino es anticiparse a lo que “los malos” puedan pensar y hacer, como introducir droga en comida envenenada. Esto, que le ha sucedido a Tro, no acabó en desgracia porque el perro estaba entrenado: no come nada que no le dé su dueño, algo que se consigue con infinitas horas de entrenamiento juntos. Esas horas las roba del sueño, de las vacaciones, y también un poco de su familia. “Sin su apoyo y compresión, esto no sería posible”.
La ciudad de Cornellà tiene suerte de contar con Tro. No solo lo saben sus vecinos, también los propios agentes. “Un perro te acerca mucho al ciudadano -explica Santi- te permite una comunicación no verbal con la gente, con los niños, muy diferente a la que se tiene con un policía con una pistola”, a lo que se suman los resultados increíbles que se logran en la custodia de la seguridad en la calle. “Los malos le tienen miedo”, añade, satisfecho.
CAMPUS DE UNIDADES CANINAS DE POLICíAS LOCALES DE ESPAÑA
Cuando finalice el confinamiento por el Covid-19, Santi Ferrer confía en poder organizar una nueva edición del Campus de Unidades Caninas de Policías Locales de España, un evento que tuvo lugar en Cornellà en 2018, y que logró realizar gracias al impulso y colaboración del programa Dejemos Huella de Bayer (ahora Elanco Animal Health). Reunió a 100 gentes de Policía Municipal y a instructores expertos de todo el mundo, incluidos policías belgas, de la ciudad de Nueva York, Guardia Civil, Mossos d’Esquadra y Policía Nacional. La ilusión de Ferrer es que poco a poco más agentes locales vayan siguiendo sus pasos e impliquen a sus perros en el trabajo.
Un deseo, o una visión, quién sabe, pero, en cualquier caso, siempre una suerte que el empeño personal y las cualidades de un perro se pongan al servicio de tantos.